viernes, 25 de septiembre de 2015

ÉXODO DE INJUSTICIA SOCIAL



El mundo aún recuerda el horror de la matanza de 6 millones de judíos a manos de los nazis, los 11,3 millones de negros vendidos como esclavos en el comercio de esclavos a través del Atlántico, los 17 millones vendidos como esclavos en el Medio Oriente, y ha exclamado: ¡Nunca más!. Con este relato comienza el libro Reformulación de la Justicia Social de Darrow Miller, esta introducción enuncia con veracidad que las injusticias que algún día existieron, hoy en día se acentúan y se convierten en peores que en el pasado, y para no ir muy lejos quiero referirme específicamente a la injusticia y drama que los colombianos están padeciendo al ser deportados masivamente de la frontera con Venezuela.
Recordemos que esta crisis no es la primera que se vive entre los hermanos países. Frecuentemente, en su momento Chávez y ahora Maduro han utilizado a Colombia como recurso de distracción política. La última crisis diplomática colombo-venezolana se dio en 2010 cuando en ese entonces los gobiernos de los presidentes Álvaro Uribe de Colombia y Hugo Chávez de Venezuela rompieron relaciones diplomáticas por la presencia en territorio venezolano de miembros del grupo guerrillero de las FARC y ELN en pruebas presentadas ante una sesión extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington DC.
Ya superado ese impasse, ahora una déspota represalia viene por parte del gobierno de Maduro, quien pretende que Unasur designe una “comisión de la verdad” que vaya a Venezuela y constate la supuesta presencia de paramilitares colombianos, el contrabando desde Colombia y la conspiración contra su economía que ‘un pajarito’ le dijo se hace en nuestro país.
Toda esta cortina de humo, pretende invisibilizar la gravísima crisis humanitaria en la frontera, sin desconocer la dimensión que está tomando la llegada de colombianos obligados a dejar el territorio venezolano en las peores condiciones,ya que desde el 21 de agosto de 2015 han salido de Venezuela más de 8.300 colombianos, incluyendo a cerca de 1.000 deportados, de acuerdo con cifras de Migración de Colombia. A este éxodo de injusticia social, se le suma los cientos de denuncias de colombianos que dejaron Venezuela recibidos por la Defensoría del Pueblo de Colombia, por casos de maltrato físico y verbal, desgarradores testimonios de desintegración familiar, destrucción de viviendas, despojo de pertenencias durante los desalojos y retención de documentos. Sumados a las fuentes de la Procuraduría de Colombia que informaron a la prensa que presentarán ante organismos internacionales denuncias sobre abusos sexuales a mujeres colombianas deportadas.
Nadie ha calculado el dramático impacto social, económico, político y cultural que este escalado ultraje traerá a Colombia, siendo una nación en donde hay cerca de seis millones de desplazados y es el segundo país con la mayor crisis humanitaria, después de Siria, según advirtió este año la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
Es necesario volver nuestros ojos a la reconstrucción de una cultura de la justicia que se ha sustituido por la (casi universal) cultura de la corrupción y de la violencia. Hago un llamado al Gobierno Colombiano a ser un receptor integral de las necesidades básicas insatisfechas de estos compatriotas que regresan al país que los vio nacer y ayudarlos en este momento de crisis, ya que hablando precisamente de paz en este territorio, debemos exigir con vehemencia, igualmente, la reparación colectiva para todas las víctimas colombianas por parte del estado venezolano que vivieron muchos años en un territorio ajeno que los expulsa sin razón alguna y nosotros, por supuesto, con los brazos abiertos, los recibimos en casa.


Publicado en: Blogs El Tiempo http://blogs.eltiempo.com/palabras-mass/2015/09/03/exodo-de-injusticia-social/
El Demócrata de Chile http://www.eldemocrata.cl/opinion/exodo-de-injusticia-social/

martes, 1 de septiembre de 2015

¿Una pregunta Sr. Presidente?


Hoy, 12 de Agosto, ha sido declarado Día Internacional de la Juventud por la Asamblea General de la ONU a través de la resolución 54/120 de 1999. Es así, que se convierte en una fecha relevante y conmemorativa, pero no podemos desconocer que su importancia se debe al darle un fondo y un contenido, y dar lugar a un debate propicio acerca del estado actual de los jóvenes en el país y en América Latina, incluyendo a todos aquellos que por muchas décadas se han encontrado en situación de vulnerabilidad y riesgo, pobreza, exclusión, explotación y en nuestro caso particular, víctimas del conflicto armado interno.
“Concuerdo con usted, Sr. Presidente, en que estamos vivendo un momento histórico, único y coyuntural en nuestro país. No podemos ser indiferentes, ni lamentarnos más del pasado sino ser solución para el futuro. Es por ello, que quiero referirme a la paz y más concretamente, al proceso de paz en Colombia, que desde finales de 2012 se anunció oficialmente el inicio de negociaciones entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC, diálogos en los cuales llevamos dos años en donde se han discutido varios puntos de la agenda. 
Por ello mi pregunta puntual, teniendo en cuenta la gran cantidad de jóvenes víctimas del conflicto armado interno, y que la primera ronda de participación de víctimas en la negociaciones de paz, sólo habían tres personas menores de 30 años y una menor de 20. Sr. Presidente ¿cómo los jóvenes podríamos ser -realmente, y no simbólicamente- agentes activos y vitales en la reconstrucción de La Paz en Colombia?..”
Estas fueron mis palabras expresadas hoy al Presidente de la República, Dr. Juan Manuel Santos, en el Salón Bolívar del Capitolio Nacional. En donde líderes juveniles de diferentes organizaciones de la sociedad civil, asociaciones, empresarios, profesionales, universitarios, estudiantes de centros educativos y partidos políticos, tuvimos la oportunidad de expresar nuestro punto de vista, visión y perspectiva acerca del rumbo que está tomando el país y cómo los jóvenes, efectivamente, somos actores fundamentales del cambio y del desarrollo sostenible en nuestra nación.
Su respuesta solo me permitió recordar los siguientes puntos:
  1. Lo que están negociando en La Habana sólo es la terminación del conflicto, pero claramente, la paz que tanto anhelamos los colombianos, la construimos nosotros, día a día, desde la cotidianidad y mediante la vida pacífica en los territorios.
  2. Ahora es tiempo de dejar a un lado tanta rivalidad, egoísmo y envidia entre las personas jóvenes, ya que no se trata de un color político, una ideología o defender a ultranza una doctrina que en la práctica no se aplica, sino de trabajar unidos por ideales superiores.
  3. Tampoco se trata de vendernos al mejor postor, sino de aprovechar nuestro campo de acción para la defensa de los derechos y libertades fundamentales, la institucionalidad y el Estado de Derecho en nuestra sociedad.
  4. Como jóvenes debemos tener una identidad política definida, claramente, pero ello no significa destruir y desmeritar el trabajo, honra o mérito del otro.
  5. Es imperativo esforzarnos por rescatar los valores intrínsecos de nuestra humanidad como lo es el respeto a la vida, a la dignidad humana, a la familia.
  6. No tratemos de buscar un mesianismo o caudillismo desmedido como panacea, sino seamos coherentes al buscar en la praxis diaria una vida recta entre lo privado-social-público, al ver la política como un instrumento de servicio a la sociedad y vocación de vida; mas no como la forma de enriquecimiento ilícito que tanto suelen usar.
  7. Intentemos tener claros los conceptos, la verdad de las noticias y así, podremos hacer lo que decimos, decir lo que pensamos y pensar en lo que beneficie más a la democracia en Colombia.

#YouthDay