lunes, 1 de abril de 2013

MÁS ALLÁ DEL #9ABRIL

Por: Tania López Lizca

Si vamos a hacer la paz, la invitación es a hacer una paz bien hecha. No más engaño, no más indulgencias al narcoterrorismo, ni protagonismo nacional e internacional. No más oportunismo electoral a costa del futuro de una nación entera.

El proceso de la paz en Colombia desde su inicio público el 4 de Septiembre de 2012, ha venido marcado por una serie de controversias y de “información clasificada” que en nada refleja la seria y comprometida salida al conflicto que necesita Colombia. Existe una nebulosa de intereses reeleccionistas y de protagonismos de por medio que incrementan los actos de violencia y marchitan la flor de la paz.

El Presidente Santos se encuentra en una entrecruzada, ya que el desenlace del proceso de paz le definirá no solamente reconocimiento internacional y admiración mundial, la pretensión de un “Nobel de Paz”, sino que le resuelve su futuro político y el de sus socios políticos, es por eso, que se ha lanzado a una matutina campaña reeleccionista que va en marcha, sí, así como la marcha que se promueve para ratificarla.

Ahora, la marcha como instrumento democrático de participación ciudadana, lo quieren convertir en la forma de legitimar un proceso de paz viciado, que ha sido construido y entrañado a espaldas del país, y que se camufla bajo el eufemismo de la “Marcha por la Paz, la Democracia y la Defensa de lo público”.

No es de sorprender que la emotiva marcha la promueva y dirija directamente el Movimiento Marcha Patriótica, que para nadie es un secreto que se ha convertido en el brazo político de la FARC a través de una de sus líderes, Piedad Córdoba.

Entre la orquesta de actores que apoyan la marcha del 9 de Abril se encuentra Iván Cepeda del Polo Democrático Alternativo, el Alcalde de Bogotá Gustavo Petro que lo veremos marchando en primera fila junto con el Presidente Juan Manuel Santos. En este sentido vale la pena preguntar cuál es la ¿verdadera oposición al Gobierno Nacional de la que estamos hablando? ¿Acaso es la del Polo? ¿O es la de aquellos que tenemos rescatables críticas frente al proceso de paz y somos tildados de extrema derecha?

Mientras resolvemos este dilema, tengamos en cuenta que las Farc no están perdiendo oportunidad para dar su despliegue mediático y legitimador, es notorio que no tienen una real voluntad política de dejar las armas, continúan los actos terroristas y atentados en contra de la población civil, seguimos viviendo en medio de una guerra irregular de desgaste que cada vez más, acentúa la sistemática violación a los Derechos Humanos.

Por otro lado, es bien cierto, que la impunidad y “perdón político” por medio de una amnistía total produce nuevos ciclos de violencia que se verán reflejados en un endeble proceso de transición donde se vieron vulneradas las base de verdad, justicia, reparación y las garantías de NO repetición.

Ciertamente todos queremos una salida negociada al conflicto, pero no queremos vender al país, no queremos re victimizar a las víctimas y no queremos generar nuevos espirales de violencia. Queremos una paz justa, inclusiva y democrática, pero por lo visto, las conversaciones que cada vez se dilatan más en La Habana distan mucho de lo que alguna vez soñamos los colombianos que fuera nuestra transición a la Paz.

En definitiva, una paz mal hecha, es una paz de mentiras.


Por: @TanialopezLizca

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