lunes, 25 de junio de 2018

Feliz 16% y próspero 19%

En una época de celebración y festividades como está, vale la pena preguntarnos cómo cambiará la economía del país en el 2017, éste no es un interrogante menor, ya que América Latina y el mundo está viviendo un tiempo de crisis. La caída de los precios del petróleo, la inestabilidad política de varios países, el daño medioambiental, la rampante corrupción y la debilidad institucional son factores que nos dejan grandes retos y desafíos que enfrentar.
Entre estos desafíos, Colombia, al querer ingresar a la OCDE y estar en el club de los países “más ricos”, debe plantearse diferentes caminos para ser más competitivo en la región, diversificar su economía y a nivel interno lograr una mayor apuesta en infraestructura creando mejores escenarios para las empresas con el fin de atraer más inversión, como lo han venido logrando otros países que conforman la Alianza del Pacífico. Una de las barreras que debemos romper para crecer económicamente se dará mediante el alivio fiscal, ya que estamos entre los 11 países del mundo con una mayor carga tributaria y fiscal para los empresarios
Por ello hoy, muchos expertos discuten si la Reforma Tributaria que esta semana es conciliada por el Senado y la Cámara de Representantes es estructural o no, si nos beneficia o no, pero considero que es bastante prematuro hablar de los efectos que tendrá la reforma en la economía nacional, ya que el tiempo lo dirá, pero si es propicio hablar de los temas relevantes que toca, su impacto y profundidad. Más aún, cuando esta Reforma Tributaria que debió tramitarse en el primer semestre del presente año -para nutrirla de mayor discusión-, se pasa en los últimos días a la fuerza.
Es vital conocer el alcance de esta Reforma Tributaria de iniciativa gubernamental, ya que los colombianos debemos tener la certeza si vamos a necesitar en el corto plazo otra nueva reforma que nos afecte el bolsillo. El hueco fiscal que busca tapar el Gobierno tras la crisis económica no puede ser excusa para dejar a la clase trabajadora del país cada vez más “clavada” con impuestos, tal y como se diría coloquialmente. La reforma tiene algunos puntos rescatables, por ejemplo, las mujeres -sin tocar el denominado sexismo- íbamos a ser afectadas con el pago de un IVA del 19% para las toallas higiénicas, tampones y otros elementos de aseo, pero una proposición logró tumbar este punto y mantener el IVA al 5% sobre estos productos, esto es un importante beneficio para todas.
También es importante, el punto que habla sobre la evasión, la cual se castigará con prisión entre 4 a 9 años (48 a 108 meses) para quienes evadan impuestos por un monto superior a los 172 millones de pesos (250 SMLMV) y una multa del doble de la afectación producida al erario. Serán responsables también las personas naturales que omitan el cobro del IVA y que se demuestre su intensión de retener el impuesto, serán penalizados. Ello, claramente atiende a una cultura que prefiere el castigo en vez de la prevención.
Ahora, el otro lado de la moneda muestra que la Reforma Tributaria afectará la canasta familiar de los colombianos de ingresos medios. Se gravará con un 19% la tecnología, el internet, la gasolina, habrá un tributo escalonado para el tabaco y las bolsas plásticas, y se mantendrá el 4 por mil; todo ello sin olvidar que vamos a pagar una paz costosa de un Gobierno que precisamente no ha predicado la mayor austeridad en los últimos años. La invitación es que desde cada uno de nuestros ámbitos de influencia ejerzamos una efectiva veeduría fiscal para corroborar que el destino final del gasto público cumpla su objetivo inicial. Los recursos públicos son sagrados, deben ir a construir mayores y mejores vías, escuelas, hospitales, universidades; a construir una verdadera paz, no deben llegar más a manos corruptas como ha venido sucediendo. Dependerá de la voluntad ciudadana y política, que entre todos como propósito en el 2017 combatamos frontalmente la corrupción y la erradiquemos de una vez por todas.
Artículo publicado el 29 de diciembre de 2016 en Blogs El Tiempo Feliz 16% y próspero 19%

miércoles, 16 de mayo de 2018

Diagnóstico presidencial

 
Colombia se está jugando el partido de su vida. El panorama del país no es muy alentador, la sociedad pide un cambio pero a la vez en medio de una polarización tan grande podemos ver que para las elecciones del próximo 27 de mayo existen candidatos para todos los gustos. Es importante resaltar que las únicas candidatas mujeres que quedaban en la contienda electoral se retiraron alegando falta de garantías y no estar en igualdad de condiciones con los demás candidatos. Me refiero a Piedad Córdoba y Viviane Morales, aunque ellas enarbolaban banderas políticas totalmente diferentes. Viviane representaba un sector importante de la sociedad, conocido como en las pasadas elecciones a Congreso como el “voto cristiano”, ya que su campaña había logrado unificar diferentes sectores protestantes, entre ellos, pastores, empresarios, movimientos políticos como Colombia Justa Libres y el Partido Somos, incluso católicos. Ahora, tras conocer su renuncia a la candidatura presidencial, Viviane se suma a la campaña del candidato Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, los cuales representan la coalición de derecha que buscaría ganar en una primera vuelta. Sin embargo, teniendo en cuenta los altos grados de abstención que han caracterizado las elecciones en Colombia, este escenario se ve difícil de alcanzar. A la vez, como candidatos fuertes encontramos al ex vicepresidente del Gobierno de Santos, Germán Vargas Lleras, quien no figura en las encuestas pero tiene una gran maquinaria movilizándose por él; empresarios, gobernadores, alcaldes y congresistas que representan en cierto sentido la política tradicional y no ofrecen una propuesta renovadora, a excepción de su fórmula presidencial, Juan Carlos Pinzón, que tiene un buen margen de aceptación y favorabilidad por su gestión como Ministro de Defensa y Embajador en Washington.
 
Ahora bien, en la otra cara de la moneda, encontramos unos candidatos abanderados de propuestas de izquierda, bajo el eufemismo de “progresistas” que están ofreciendo a los ciudadanos el cielo y la tierra, pero que en muchas de sus propuestas solo se vislumbra una sombra de populismo y demagogía. El candidato que tiene más posibilidades de pasar a segunda vuelta es Gustavo Petro, ex Alcalde de Bogotá, quién representa el sector más radical de la izquierda y el cual tiene visto bueno en los sondeos de opinión, aunque ello no significa que esto le alcance para ser el próximo presidente de Colombia; su marcado discurso de odio y fomento a la lucha de clases lo convierten en un peligro latente para el futuro, progreso y bienestar de la sociedad colombiana. El otro candidato con buenas opciones es Sergio Fajardo, académico, profesor, ex Alcalde de Medellín y ex Gobernador de Antioquia. Farjado representa el impulso de una revolución educativa y en parte la ola verde que caracteriza el actual Senador electo Antanas Mockus. Fajardo tiene una buena imagen, aunque sus jugadas políticas no han sido las mejores. Primero, al escoger como fórmula presidencial a Claudía López, una figura polémica que es más lo que le resta que lo que le suma. Y segundo, no ha podido despegar con su Movimiento Compromiso Ciudadano, que recibe apoyo de sectores del Polo Democrático y del Partido Verde. Por último, y objetivamente menos relevante en el panorama electoral, de cara a la primera vuelta se encuentra el ex jefe negociador del Acuerdo de Paz con las Farc en La Habana, Humberto de la Calle. De la Calle demostró su caudal electoral en la Consulta Liberal del pasado 17 de noviembre de 2017, que fue un desastre. Es poco probable que pase a segunda vuelta y seguramente tendrá la menor votación, sin contar al Pastor Jorge Antonio Trujillo, que no es una figura política visible en el país y no hay muchas expectativas en torno a esta candidatura casi anónima.
 
Este es un balance para decir que vivimos una coyuntura muy interesante en la cual se está jugando el futuro de Colombia. Tras ocho años del Gobierno de Uribe, y ocho del Gobierno de Santos, el país quiere, necesita y reclama un verdadero cambio. Pero no es un cambio irracional o poco reflexivo que nos lleve a un socialismo improvisado. Colombia necesita instituciones fuertes, respeto a los Derechos Humanos y mayores oportunidades para todos. Grandes necesidades de la sociedad demandan un gran compromiso y una mayor preparación. Sin entrar a vaticinar, hoy vería viable una segunda vuelta entre Duque y Vargas Lleras. Ahora bien, quedan 12 días para la primera vuelta. Es bastante tiempo para leer, pensar, orar y decidir.
 
Publicado el 15 de mayo de 2018 en el portal web: https://apolopost.com

miércoles, 21 de febrero de 2018

América Latina DECIDE


Estamos ad portas de un año eminentemente electoral en toda la región. Este año se llevará a cabo doce elecciones en nueve países de la región, incluyendo seis elecciones presidenciales. Ello implica que casi dos tercios de la población de América Latina irán a elecciones este 2018, en países como Colombia, Brasil, México, Costa Rica y Paraguay. Aunque la regla de la mayoría es la democracia, no faltan las excepciones en las que encontramos a Cuba, en búsqueda de elecciones libres, y Venezuela que convocó elecciones presidenciales este 20 de mayo pero con la incertidumbre de no saber bajo qué condiciones se llevarán a cabo, ya la Mesa de Unidad Democrática -MUD- anunció que no participará por no tener las garantías suficientes para la oposición. A su vez, el proceso electoral en Nicaragua continúa caracterizado por deliberadas restricciones a la competencia política mediante coacción parlamentaria, y en Honduras el alcance que tuvo las irregularidades de las recientes elecciones defectuosas ha generado grandes cuestionamientos al proceso electoral generando una fuerte inestabilidad. 

Podemos ver que estos comicios latinoamericanos serán la prueba de fuego de la democracia y una muestra empírica de cómo se encuentra cada uno de esos países a nivel de instituciones democráticas, libertades y el Estado de Derecho.  En Colombia por ejemplo, se está en búsqueda de una gran reforma electoral, judicial y política, donde los múltiples candidatos a la presidencia lanzan sus propuestas en torno al cambio y a grandes transformaciones estructurales, ya es preocupante la gran desconfianza de la ciudadanía en sus instituciones democráticas. Grandes desafíos tiene la región a enfrentar como lo son: la corrupción, la violencia, la desigualdad y un desarrollo integral que implique crecimiento económico sin destruir el medio ambiente, ya que de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), este año también debería significar una gran aceleración para el crecimiento de América Latina. Pero como diría el viejo dicho, a nuestros países siempre le “está faltando el centavo para el peso”, ya que el desarrollo democrático queda incompleto cuando se va bien en la economía pero las instituciones políticas y sociales no funcionan. 

Existen grandes interrogantes y cuestionamientos acerca de la apertura de Cuba y sus nuevas relaciones con Estados Unidos, la implementación del proceso de paz en Colombia y la gran agitación en las elecciones presidenciales de Venezuela y Brasil. Más aún cuando vemos un contexto internacional único y singular, un cierto fenómeno “Trump” que está impregnando toda la región y el cambio ideológico de los gobiernos de izquierda a administraciones más derechistas, ejemplo de ello sería Argentina, que eligió a Mauricio Macri en octubre de 2015, Perú al eligir a Pedro Pablo Kuczynski en abril de 2016 y Chile con Sebastián Piñera en diciembre de 2017. Esta tendencia se mantiente, ya que el pasado 4 de febrero de 2018, hubo sorpresa con la reciente victoria en primera vuelta del candidato evangélico del Partido Restauración Nacional Fabricio Alvarado, en Costa Rica.

Es importante afirmar, que si bien las elecciones son fundamentales para el futuro de la región, porque tal y como lo dijo Jim Swigert, Director regional del NDI para América Latina y el Caribe, “las malas elecciones son catalizadoras de la inestabilidad”, considero que el compromiso y los esfuerzos continuos por el rescate de los valores democráticos deben ir más allá del día del proceso electoral. Esta responsabilidad debe partir de cada ciudadano, de cada familia, y sobre todo de la sociedad civil activa, unida y estratégicamente conectada.   


En pleno siglo XXI, es importante enfatizar que la sociedad civil en sus diferentes ámbitos y expresiones se encuentra más organizada, capacitada e informada que nunca antes. Las TIC han democratizado las instituciones y cada vez las han acercado más a la sociedad, por eso se pueden evidenciar más de cerca sus imperfecciones. Hoy tenemos ciudadanos saturados de información junto a una nueva generación de milennials que está buscando caminos diferentes y alternativos de participación cívica. Tenemos ciudadanos con demandas son mucho más exigentes.


Los jóvenes latinoamericanos están más abiertos a los cambios sociales, a actuar en pro de la reivindicación de derechos, y su constante hastío por lo público ha llegado a niveles alarmantes. En este contexto podemos ver que la lucha contra la corrupción endémica será el eje central donde muchos de los candidatos tomarán bandera para hacer campaña, y Colombia no es la excepción. Como país estamos en uno de los momentos más críticos de nuestra historia, en búsqueda de la implementación del Acuerdo de paz con las Farc, las negociaciones con la guerrilla del ELN, la lucha contra la malversación de dineros públicos y un estado de emergencia moral en todas las ramas del poder. Como en muchos países homólogos, es evidente que tendremos el año electoral más incierto y polarizado de las últimas décadas. 

Twitter. @TaniaLopezLizca

lunes, 7 de agosto de 2017

Generación Bottom-up: un desafío mundial

Resumen
En medio de grandes crisis, guerras y convulsiones a escala mundial. Los ciudadanos están en búsqueda de respuestas a la crisis institucional y a la acentuada ola de deslegitimidad que atraviesa la política contemporánea en nuestros países. A través de propuestas eficaces que fortalezcan el tejido social y den vía libre al ejercicio del verdadero poder -más allá de la autoridad- el cual se ejerce a través de un liderazgo de transformación civil que proviene desde un enfoque bottom-up de la sociedad civil en contravía al enfoque tradicional top-down del Estado. Solamente es posible la apertura de nuevos espacios de participación, interés y confianza en el sector público si este cambio generacional se efectúa desde la población joven comprometida a generar procesos de comportamiento activo que genere acción, reflexión, organización y articulación en todos los sectores de la sociedad.


Palabras clave: Sociedad Civil - Liderazgo - Juventud

El devenir de la humanidad a lo largo de historia ha buscado los mejores caminos para florecer como sociedad. Esta búsqueda ha venido acompañada de la constante preocupación de vivir bajo ciertas de normas de convivencia, límites a la conducta individual, principio de legalidad y la regulación de un sistema económico a través de un ordenamiento jurídico basado en la justicia social. Estas condiciones han sido el pilar de la construcción de un Estado Social y democrático de Derecho que ha dado como resultado en el siglo XXI, en la mayoría de los casos, un modelo de naciones desarrolladas, libres y autónomas.
Frente a este entorno de gran ilustración humana, alcanzamos a vislumbrar diferentes matices imperfección, ya que el ser humano al ser corruptible igualmente erige instituciones parecidas a su ser. Es ahí cuando aparece una crisis de legitimidad de las instituciones y del sistema de gobierno producto de los malos manejos de los recursos públicos, y la corrupción que según el último índice de percepción de Transparencia Internacional, entre las instituciones y los empleados públicos sigue siendo común, ni un solo país, en cualquier parte del mundo, es libre de corrupción[1]. A la vez, hemos convertido el ejercicio de la construcción pública en una lucha dialéctica de redefinición de poder entre el Gobierno y la sociedad civil, que ha dado como resultado la distorsión de buenas intenciones del poder gubernamental en malas gestiones que afectan siempre a la comunidad.
Teniendo en cuenta la definición de Estado de Sánchez Agesta, como “una comunidad organizada en un territorio definido, mediante un orden jurídico servido por un cuerpo de funcionarios y definido y garantizado por un poder jurídico, autónomo y centralizado que tiende a realizar el bien común, en el ámbito de esa comunidad”[2], vemos como el Estado, se convierte en ese actor encargado de ejercer el monopolio legítimo de la fuerza, regular las relaciones internacionales y promover orden social pacifico en el territorio. Si bien una causa loable, este ideal de bien común en muchas ocasiones ha llegado al extremo de socavar el libre ejercicio de las libertades individuales por el “beneficio colectivo” tal como ocurre en la actualidad en países como China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, entre otros.
Por tal razón, una sociedad civil empoderada y consciente de su libertad buscará de cualquier manera crear las condiciones para que cada quien alcance la prosperidad y plenitud mediante sus medios, trabajo y esfuerzo personal. Esto no será fácil, pero tampoco imposible, ya que según el informe de Libertad en el mundo de Freedom House: “en los últimos 10 años, 105 países han visto una disminución de la libertad neta, y sólo 61 han experimentado una mejora neta”[3], es decir en la mayoría de países ha venido declinando las variables de derechos políticos, económicos y libertades civiles dando como resultado un rating general de libertad.
Ahora bien, al diferenciar el poder del liderazgo, debemos partir de la distinción entre poder, liderazgo y autoridad. La autoridad claramente se refiere al status o posición jerárquica que tiene una persona sobre otra u otras; el poder hacer referencia a la capacidad de acción y de transformación de situaciones; y por último, el liderazgo es la aplicación del poder para influir a otros hacia un objetivo común. Aunque los tres conceptos están íntimamente relacionados, no siempre se asume que la autoridad genera un liderazgo legítimo con límites al poder, ya que es evidente múltiples casos en los cuales funcionarios públicos, con un claro nivel de autoridad sobre la ciudadanía ejercen el poder gubernamental (ejecutivo, legislativo y judicial) de manera arbitraria para lucrarse, con base en sus intereses y fines personales.
Por tal motivo, al revisar el funcionamiento del Comercio Internacional observamos que “la globalización de las relaciones económicas, con el entrelazamiento cada vez más intenso de los mercados nacionales y una alta movilidad del dinero y el capital físico”[4] genera nuevos retos en un mundo competitivo con una relación simbiótica entre el mercado y el Estado, donde se equilibran mutuamente. Los desafíos que enfrentamos son muchos, varios de ellos relacionados con el desarrollo sostenible y sustentable, la libertad en el acceso de la información, el reducir las brechas de desigualdad y el bienestar social para todos; por ello no es baladí hablar acerca de la gestión que ejerce el Estado sobre la sociedad, y de qué forma lo realiza.
No quiero concluir este ensayo sin afirmar que la comprensión de una sociedad libre va más allá de imposiciones top-down a través de las cuales el Estado se convierte en señor y dueño de los ámbitos más personales e íntimos del ser humano, y por ende, se pierde toda noción de libertad. El verdadero poder se ejerce a través de un liderazgo de transformación civil que viene de un enfoque bottom-up, cuando la sociedad civil organizada decide romper ese sistema de yugo, subordinación y permite que cada ser humano genere per se y mediante la acción -tal como lo afirma el individualismo metodológico- sus óptimas condiciones de vida, con un Estado mínimo en su justa medida y sobretodo, garantizando el pleno goce de los derechos fundamentales e inalienables, como: la vida, la libertad, la igualdad y la búsqueda de la felicidad.
Esta sociedad civil organizada activa y destacada, en mi experiencia personal, la he visto reflejada en la población joven en América Latina que hoy en día según cifras del UNFPA alcanza el 40% población, así mismo, Colombia no se queda atrás con una juventud que representa casi el 30% de su población total, es decir, vivimos en un continente y en un país joven, pero al mismo tiempo esta población es la más vulnerable a sufrir flagelos y vulneraciones de todo tipo. Al ver estos índices es evidente que no podemos desaprovechar la brecha generacional que se está abriendo, la cual se convierte en un escenario de oportunidades, creatividad e innovación para ser solución y no parte del problema.
Bibliografía
v  Informe de Libertad en el mundo de Freedom House.
v  Índice de percepción de corrupción 2015. Disponible en http://www.transparency.org/cpi2015
v  Enciclopedia Jurídica. Definición de Estado. Disponible en http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/estado/estado.htm
v  Freedom in the world 2016. Anxious Dictators, Wavering Democracies: Global Freedom under Pressure. Disponible en https://freedomhouse.org/report/freedom-world/freedom-world-2016
v  Herdegen, Mathias. Derecho Económico Internacional. Konrad Adenauer Stifftung. Programa Estado de Derecho para América Latina. Tema 2 Globalización de las relaciones económicas. Pág. 9.




[1] Índice de percepción de corrupción 2015. Disponible en http://www.transparency.org/cpi2015
[2] Enciclopedia Jurídica. Definición de Estado. Disponible en http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/estado/estado.htm
[3] Freedom in the world 2016. Anxious Dictators, Wavering Democracies: Global Freedom under Pressure. Disponible en https://freedomhouse.org/report/freedom-world/freedom-world-2016
[4] Herdegen, Mathias. Derecho Económico Internacional. Konrad Adenauer Stifftung. Programa Estado de Derecho para América Latina. Tema 2 Globalización de las relaciones económicas. Pág. 9

lunes, 26 de diciembre de 2016

Participación de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la democracia en la 46° Asamblea General de la OEA



En el marco de la 46° Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos  realizado en República Dominicana, donde se reunieron los representantes y cancilleres de los países miembros de la OEA durante los días 15 y 16 de junio, la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia creó un espacio de diálogo para los jóvenes líderes sociales y políticos de la región, para empoderar sus voces y canalizar pacíficamente sus demandas ciudadanas para el fortalecimiento de la democracia, buscando obtener un análisis representativo de los jóvenes en materia de fortalecimiento institucional y sostenibilidad de la región.

Los días 11, 12 y 13 de Junio la RLJD participó en el Foro de Juventud de la Young American Business Trust (YABT), organizador oficial del V Foro de Jóvenes y en el Foro de Sociedad Civil de la OEA en donde se aportó significativamente en diferentes aspectos que afectan a la juventud como región y se presentó un documento consensuado por los jóvenes a los representantes y cancilleres asistentes en la Asamblea General con la finalidad de incluirlo en sus consideraciones finales. Uno de los temas más discutidos se encontró en el reciente informe del Banco Mundial en donde se afirma que uno de cada cinco jóvenes de continente, representando más de 20 millones de personas entre 15 y 24 años de edad, son jóvenes que ni estudian ni trabajan en América Latina, más conocidos como Ninis.

Como RLJD tuvimos un conversatorio cercano con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro quién enfatizó la importancia de velar por el cumplimiento de la ley, la justicia y el Estado de Derecho, trabajando día a día bajo principios y valores no negociables. El día martes 14 de Junio en la Universidad Católica de Santo Domingo realizamos el Debate sobre la aplicabilidad de la Carta Democrática Inter-Americana con el apoyo del World Youth Movement for Democracy y el Centro de Análisis para Políticas Públicas (CAPP), debido a todas las crisis institucionales que han surgido en distintos países de Latinoamérica, se vio necesario hacer un debate para que los jóvenes comprendan la importancia de su involucramiento en el fortalecimiento de la  democracia y perciban el alcance que tiene la Carta Democrática Interamericana y la manera en cómo nos afecta el hecho que esta Carta no se esté aplicando de manera correcta. Es así, que se realizó un panel con expertos que abordaron las distintas experiencias en relación a la observación electoral, juicios políticos, división de poderes y la aplicabilidad de la Carta en relación a los Derechos Humanos. Esto, con el caso de estudio de la crisis humanitaria en Venezuela como principal afectado de la aplicación tardía de la Carta por erosión y alteración grave del orden democrático.

Es importante resaltar que la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia ha tenido su acto fundacional el día 2 de diciembre de 2014 en la Ciudad de México, tras dos años de trabajo en lo que fuera la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia en Cuba. Los jóvenes líderes sociales y políticos de la región que en Octubre de 2012 en la Ciudad de Caracas, Venezuela fundaron esta primera Red para buscar apoyar a los jóvenes cubanos en su lucha pacífica por la democracia en su país. Luego de los acontecimientos de los movimientos estudiantiles en Venezuela y en México decidieron ampliar sus objetivos para fortalecer la democracia en toda la región a partir del empoderamiento de las voces de los jóvenes, buscar canales para sus demandas en forma pacífica. La Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia está conformada por representantes de más de 69 organizaciones de la sociedad civil, juventudes de partidos políticos y centros de estudiantes en 20 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Haití).

De esta forma tras un arduo trabajo, la RLJD se ha venido visibilizando y posicionando de forma contundente en la región. Nuestra participación y organización en el marco de los eventos de relevancia internacional han sido un completo éxito dejando la RLJD con un alto referente a nivel de sociedad civil, al enfatizar nuestro accionar en la población juvenil de Latinoamérica. De esta forma, en Santo Domingo hicimos presencia 40 jóvenes líderes de movimientos estudiantiles, de juventudes de partidos políticos y de organizaciones de la sociedad civil, comprometidos con los valores democráticos de los países miembros de la OEA. Participaron a la vez líderes políticos, sociales, intelectuales y periodistas, miembros del Consejo Consultivo de la Red y otros invitados especiales dando como resultado un diálogo enriquecedor entre líderes, funcionarios de gobiernos de la región y de la OEA con jóvenes líderes de movimientos estudiantiles, sociales y políticos de la región.


domingo, 9 de octubre de 2016

El mayor sapo que me trago


Quiero alejarme de la emotividad y la parafernalia que vivimos el pasado lunes 26 de Septiembre en la ciudad de Cartagena. No porque no sea importante escuchar el corazón, pero, como he insistido, quiero apelar más a la razón y a la sensatez. Al ver banderas del Che Guevara y de Cuba en la Plaza de Bolívar sólo me queda la reflexión de que ahora más que nunca en este escenario de pluralidad política y apertura democrática debemos defender nuestros valores democráticos, combatir la corrupción, la criminalidad, erradicar el hambre, la pobreza y la desigualdad con mayor fuerza que antes. 

Por ello, este escrito va dirigido en primera medida a los más de 220.000 muertos y 8 millones de víctimas que deja este conflicto de 54 años con los cuales todos tenemos una deuda histórica que no podemos olvidar. Segundo, insto a los jóvenes y a las nuevas generaciones a estar activos social y políticamente, ya que nosotros seremos al fin y al cabo los responsables y dolientes de este proceso; en nuestros hombros recaerá la implementación de este Acuerdo Final. Por último, este escrito apunta a todos aquellos indecisos que no han definido su voto el próximo domingo 2 de Octubre. Espero mis líneas sirvan de guía, concientización y pedagogía.  

El sapo que me trago hoy es que una firma significa paz, si bien claramente la vía pacífica es un buen camino para evitar más muertes y bajas en combate, les quiero recordar que aún no se ha alcanzado la PAZ en Colombia. Si eso creímos, es una verdadera falacia. Lo que se alcanzó el lunes en Cartagena, que no es un suceso menor después de 4 años de negociaciones, es la terminación del conflicto armado interno con un grupo armado, el más grande y antiguo de América Latina, las FARC-EP. A la vez, este sapo que me deja un sin sabor es la afirmación de que estamos viviendo elfin de la guerra. Eso no es cierto, en el sentido de que aún nos resta un confrontamiento militar contra el ELN, EPL, las bacrim y las disidencias que muten la violencia de las Farc.

En el fondo la Paz no es un sentimiento, es una decisión, es un mandato constitucional y un valor supremo. Es una decisión en pro del futuro y contra el pasado. Una paz bien hecha dependerá de todos nosotros. Este es un llamado a que la Paz va más allá de un acto simbólico, ya que ésta se hace y se construye día a día a través de la transformación de los territorios por medio de la protección de derechos y la exigencia de deberes, garantizando bienes y servicios públicos, protegiendo la fe pública, el patrimonio económico, especialmente de aquellas poblaciones más vulnerables y azotadas por la violencia.  

Quiero que veamos unas décadas más adelante, entendamos que esta coyuntura es hasta ahora el comienzo de una serie de reformas estructurales para Colombia en las cuales el país ha estado en mora y ya no dan más espera. Para hacer efectivo el verdadero perdón, no sólo es necesario pronunciarlo, es menester aún más demostrarlo con hechos. Es imperativo la construcción conjunta del tejido social con un enfoque territorial no sólo con más burocracia impuesta desde el aparato estatal, sino con una construcción colectiva en pro de una nueva Colombia donde se de una articulación entre el Gobierno nacional, gobierno local, sector privado y empresas, organizaciones sociales y sus comunidades, iglesias, academia y de todos los ciudadanos a través de una movilización positiva. 

La participación de la sociedad civil será determinante en construir una ciudadanía consciente, responsable y educada, todos nosotros tendremos la oportunidad histórica de enfrentar este enorme desafío de reconstruir nación, es decir, fomentar un sistema que prevenga antes una que sancione.

Vivimos una época de encrucijadas y desconcierto. Este Acuerdo Final nos deja una sociedad polarizada y dividida, que se quedó en el superfluo discurso de "amigos" y "enemigos" de la paz, santistas y uribistas. Por esta razón, independientemente de cual sea el resultado con el que nos despertemos el lunes 3 de Octubre, tendremos una mezcla de emociones. Frente a un panorama de incertidumbre nacional que se avecina, un clima en donde se viene una reforma tributaria, trámites legislativos y reformas constitucionales exprés que deberán tramitarse en el menor tiempo posible, igualmente una larga lista de 11.000 procesos pendientes en la Fiscalía contra miembros de las Farc y la investigación pendiente de la Farcpolítica. 

Deseo que el compromiso de construir una paz estable y duradera vaya más allá de un SÍ y un NO, que la Paz y la reconciliación nazca primero en nuestro corazón, en nuestra vida, con nuestras familias y en nuestra amada nación. Contribuir a la reparación integral será el gran reto a afrontar, incluyendo todo lo que puede significar la reparación material, no escatimemos recursos en producir un cambio.

Por ello, hoy no vine con el propósito de hacer proselitismo de una posición u otra. Quiero que usted ciudadano, colombiano, decida según su conciencia y su capacidad de entender los tiempos que vivimos. Decida qué será lo mejor para el futuro de Colombia, lea los acuerdos. Personalmente me dejaron un sin sabor que no puedo dejar de expresar, ése precisamente es el mayor sapo que me trago en mi vida y hoy lo hago yo para que mis próximas generaciones no lo tengan que hacer, todo por soñar una sociedad mejor en donde vivir.  

Artículo publicado el 28 de Septiembre de 2016 en El Ecléctico.

lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Para qué un plebiscito por la paz?

Hoy, los colombianos nos preguntamos qué posición tomar frente a los Acuerdos de Paz que se están dialogando en La Habana, pero más específicamente frente al Plebiscito que la Corte Constitucional recién avaló y con la cual en menos de cuatro meses mínimo 4,5 millones de colombianos deberán salir a las calles a manifestar su mandato.
¿Qué posición tomar? muchos se preguntarán. Puedo decirles que mi posición frente al Plebiscito por la Paz que buscar darle fin al conflicto armado interno va más allá de estar en medio de una campaña de los “amigos de Santos” por un lado, y por el otro, de los que apoyan la resistencia civil y se consideran “amigos de Uribe”. Mi compromiso con los cambios que necesita nuestro país y mi amor por Colombia no se pueden reducir a una pregunta cerrada de Sí o No, ya que quiero apelar más a la sensatez y la razón que a las pasiones ideológicas. Vivimos en una época dominada por el emotivismo, no podemos permitir que la propaganda del Gobierno o contundentes discursos decidan por nosotros, teniendo en cuenta que ésta es una decisión muy importante que debe ser asumida con total responsabilidad, reflexión y conciencia de lo que será mejor en definitiva para Colombia.
Considero que el Plebiscito de la Paz, si bien no era el mecanismo más idóneo para refrendar los acuerdos por parte del pueblo colombiano y avalar los diálogos de La Habana, debe ser analizado detenidamente y por ello, este escrito tiene un fin más pedagógico y de conciencia ciudadana que de polarización política. En el fondo la Paz no es un sentimiento, es una decisión. Una decisión en pro del futuro y contra el pasado.
Es importante aclarar que si se llega un acuerdo, se va a firmar la terminación del conflicto armado interno, ya que la Paz no se firma. La Paz se hace y se construye día a día a través de la transformación de los territorios por medio de la garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos, garantizando bienes y servicios públicos a todos, especialmente a aquellas poblaciones más vulnerables y azotadas por la violencia. Es imperativo la construcción conjunta del tejido social con un enfoque territorial entre el Gobierno nacional, gobierno local, sector privado y empresas, organizaciones sociales y sus comunidades, iglesia, academia y todos los ciudadanos a través de una movilización positiva. La participación de la sociedad civil será vital desde un enfoque Bottom-Up (de abajo hacia arriba) en donde todos nosotros tendremos una oportunidad histórica de enfrentar este enorme desafío de reconstruir nación.
Hasta el momento se ha llegado a cuatro acuerdos de los seis puntos planteados en elAcuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz duradera y estable, el primero de ellos, trata una Reforma Rural Integral –RRI- que sienta las bases para la transformación estructural del campo, crea condiciones de bienestar para la población rural y un desarrollo integral con enfoque territorial; Segundo, el Acuerdo de Participación Política busca una ampliación democrática que permita que surjan nuevas fuerzas en el escenario político, fortalecer el pluralismo con las debidas garantías de participación, oposición e inclusión política; Tercero, el Acuerdo trata sobre la solución al problema de las drogas ilícitas en la cual si bien el conflicto interno precede al narcotráfico éste la ha atravesado de manera transversal y es una problemática que debe analizarse desde la sustitución de cultivos ilícitos, tratamiento de los consumidores y la lucha contra la criminalidad, la corrupción y la narcopolítica; Por último, el Acuerdo sobre víctimas se convierte en el centro de los diálogos, ya que busca conocer las causas del conflicto a través de una Comisión histórica del conflicto y sus víctimas (CHCV), esclarecer los hechos y los motivos de la permanencia del conflicto en el tiempo, para otorgar a la vez una plena satisfacción a los más de 7 millones de víctimas que ha dejado la guerra a lo largo de las últimas décadas. También se creó una subcomisión del fin del conflicto y de género que apoyan con insumos a la mesa del Gobierno y de las Farc.
Esto es solo un abre bocas de lo que se ha venido realizando desde el Gobierno Nacional y de las vicisitudes que traerá consigo este Acuerdo Final. Por ello, la invitación es a que se informe usted mismo, lea los acuerdos, no se quede con las minucias que le brindan los medios de comunicación o el sesgo de muchos analistas políticos. No pretendo convencerlo de nada, lo invito a que se haga su propio concepto de lo que se ha venido acordando desde La Habana, y no está de más recomendarle una herramienta útil, un curso gratuito de http://territoriosporlapaz.gov.co/enterese-del-proceso-de-paz#modulos para informarse mejor de los Acuerdos. Decida por usted mismo, ya que Colombia nos necesita, pero nos necesita informados y preparados.